
Las bisagras oxidadas por el frío y la llovizna
quejosas son entornadas, empujadas por la brisa
de vientos resolutivos, que huracanados imponen
los juicios impositivos que mi mente ahora recorren.
Hastiada la paciencia, esclava de complacencia,
rebasados los límites, se emite sentencia.
Aquel que ha sido reo, ilusión fue su delito
recuerda el devaneo que lo tornó en convicto.
Cumplida la condena, encierro de emociones
abandono la trena, mi cárcel de ilusiones.
Arremeto a mordiscos por su quehacer arisco
contra mi humor hundido, ajado y malherido.
Temor a que el cerrojo que henchido por arrojo
he decidido echarle se torne infranqueable.
Hacer oídos sordos a los arrepentidos,
que no atiendo a cobardes ni a hijos del olvido.
Por lo que no fue: pena; por dos noches amenas
y tres semanas presa de una letal gangrena.
Por todo lo que he dado y el vacío heredado
doy por finalizado, sentido y humillado,
un proyecto frustrado, quizá por infundado.
Imagen: Carmen Karin Aldrey, "Puerta cerrada, Acrílico sobre lienzo"
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada