Líneas imaginarias
trazadas sin destreza
separan torpemente
a gentes y tierras.
Por humana condición
sentimos devoción
por esas gilipolleces,
hatillo de sandeces:
pequeñeces con sazón de estupidez.
Degustamos, ignorantes,
un opio deleitante para los cortos de miras,
simplones desorientados
en busca de un buen becerro
sobre el que volcar sus vidas,
presumiendo de fe ciega,
fanatismo y verborrea,
despreciando a aquél que osa
declararse con franqueza
un apátrida, un sintierra,
amante del ostracismo
que no alaba banderas:
contemporáneo insumiso.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada