Este “poema” (lo pongo entrecomillado porque creo que aún no he sido capaz de escribir poesía propiamente dicha) es el fruto de la conjunción de dos escritos. El primero presta una introducción, el segundo (del que tomo aproximadamente su mitad final) lo completa.
LÁGRIMAS DE SAN LORENZO
Bajo esos barrotes férreos
Que esconden todas las heces
De las almas hacinadas
Como bancadas de peces.
Bajo cemento y asfalto,
Bajo suelas y pisadas,
Bajo baldosas grisáceas
De la ciudad enlosada.
Disidentes las bromas,
Exiliado el humor,
La tristeza es aroma
Y la pena, rumor.
Circulando en las venas
Impotencia y café,
Nicotina por trena
Y desgana mi ser.
Atavío de sonrisas,
Ropajes amables,
Dispuesto a que la brisa
Del alba me acompañe
A volver a mí lecho,
Que es sofá reciclado,
Sin ropajes, palabras,
Flirteo o agasajo.
Atesoro momentos
De pasmado quehacer,
Bobalicón ocioso,
Sin juicio ni parné:
Cultivando en exceso
Narcisismo ermitaño,
Por ahorros poseo
Ese porte harto huraño.
Y esta madrugada
Mientras San Lorenzo llore,
Rogaré que me ceda
Un par de lagrimones,
Que permita el beato
Desahogarme con saña,
Morder el aire denso
Que hace veces de sábana,
Y me lleve a los mundos
De onírica existencia,
Resguardado en lo absurdo
Encuentre complacencia.
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