divendres

Otoño

Tardía la caída
De hojas resecas,
Sin vida.
Apremiante el invierno
Mas resistentes ramas,
Tercas por retener
Su parte yerma.

El viento arrecia
Sin previo aviso,
Con virulencia azota
A este árbol falto de savia.

Aquel tesoro marchito,
Dorado como el oro,
Caduco como la vida,
Se escapa sin remedio.

La primavera es vago recuerdo,
Perdido el reflejo de su verdor,
Atrofiados los lazo que los unían.
Resignado, erguido en su parterre,
Comprende la tragedia.

Desnudo ve alejarse
A la hoja aturdida,
A merced del viento.
Quejosa se arrastra
Sobre las losas grises,
Se oyen sus lamentos,
Carrasposo su roce,
Y el crujido,
Sinfonía del dolor,
Réquiem,
Elegía.

Los añicos que de ella quedan
Aún observan al árbol,
Lo acusan de tirano,
Recriminan pasividad
Ante la ventisca.

Y el árbol desnudo.
Erguido sí, pero perdedor.
A su alrededor las hojas,
Antaño su tesoro,
Hoy muertas experiencias
Le cantan sus desprecios
Con rígida estridencia.