Cada aurora novel,
habilidad anquilosada,
como legañosos párpados.
Ralentizadas reacciones,
como la expresión del bostezo,
prolongación en el tiempo
de estúpida mueca.
Mi consciencia aletargada
y mi conciencia avergonzada,
enrojecida por la combinación
de trempera mañanaera
y católica educación.
Y en mi ducha llueve desvelo,
mojado desperezar.
Por campanadas las aberrantes notas
que de mi afonía afloran,
y el reloj un detalle olvidado,
ninguneado, desterrado.
La sequía arriba:
Dani amanece.
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