De mis galas las mejores,
halo de fragancia porto,
pasos prestos sin temores,
y fingido porte apuesto.
Inmersión en los suburbios
de adulterada franqueza,
máscaras frías, risueñas,
banalidad sin distrubios.
En el reino de lo falso,
fingida amabilidad,
risas tan fundamentadas
en cimientos arenosos
que resulta harto jocoso
su presencia exagerada.
Apoteósis de los estúpido,
clímax de gilipolleces,
creen ser reinas del submundo
mil decrépitas soeces,
víctimas del victimismo,
dramaturgas de sus dramas,
cuentistas cuentacuentos,
fantisiosos, irracionales,
ahora esparcen a raudales
un aura bobalicona
que confiere su carácter
a los antros de esta zona,
donde acuden cuando es tarde
las porteras sin demora.
Todo fachada y semblante,
actitudes hilariantes,
y aunque insista en erigirme
en juez de esta fantochada
sentenciar no es redimirme,
que soy asiduo actante:
formo parte de esta farsa.