Mi mirada borrascosa contempla
La taza llena de sorbos
De desvelo azucarado.
Voces lejanas por compañía
En las letras impresas que con desgana ojeo.
Suspiros de nicotina,
Bocanadas de tranquilidad en mis pulmones.
Mi mirada borrascosa contempla
La taza llena de sorbos
De desvelo azucarado.
Voces lejanas por compañía
En las letras impresas que con desgana ojeo.
Suspiros de nicotina,
Bocanadas de tranquilidad en mis pulmones.
Este “poema” (lo pongo entrecomillado porque creo que aún no he sido capaz de escribir poesía propiamente dicha) es el fruto de la conjunción de dos escritos. El primero presta una introducción, el segundo (del que tomo aproximadamente su mitad final) lo completa.
LÁGRIMAS DE SAN LORENZO
Bajo esos barrotes férreos
Que esconden todas las heces
De las almas hacinadas
Como bancadas de peces.
Bajo cemento y asfalto,
Bajo suelas y pisadas,
Bajo baldosas grisáceas
De la ciudad enlosada.
Disidentes las bromas,
Exiliado el humor,
La tristeza es aroma
Y la pena, rumor.
Circulando en las venas
Impotencia y café,
Nicotina por trena
Y desgana mi ser.
Atavío de sonrisas,
Ropajes amables,
Dispuesto a que la brisa
Del alba me acompañe
A volver a mí lecho,
Que es sofá reciclado,
Sin ropajes, palabras,
Flirteo o agasajo.
Atesoro momentos
De pasmado quehacer,
Bobalicón ocioso,
Sin juicio ni parné:
Cultivando en exceso
Narcisismo ermitaño,
Por ahorros poseo
Ese porte harto huraño.
Y esta madrugada
Mientras San Lorenzo llore,
Rogaré que me ceda
Un par de lagrimones,
Que permita el beato
Desahogarme con saña,
Morder el aire denso
Que hace veces de sábana,
Y me lleve a los mundos
De onírica existencia,
Resguardado en lo absurdo
Encuentre complacencia.
La paz que brindan las horas de sueño
Impone su ley: descanso certero
Y aquel que trasnocha tiene el don de ver
Que el tiempo con calma diluye su haber.
Luz tenue por sábana
Silencio por charla,
Mi mente sin cábalas
Sita en pura calma.
La mano dibuja versos
Con trazos
De onírica escena,
La quietud retorna.
Respira profundo,
Relajado cofre que alberga suspiros,
Yaciendo ahora en goce.
Noctámbulos ojos
Recorren su rostro,
Son mis miradas
Caricias cual soplo.
Respetando la quietud nocturna
Abato persianas contra luz diurna,
Y preso de instinto naif
Algo iluso
Trato que el instante se torne recluso.Así como los muelles
Se estiran y retrotraen,
Cuál péndulo oscilante,
Lo que asciende y cae…
Los ciclos de la física
Hacen valer su ley
También sobre las vidas
De aquél que quiere ser
Inmune hacia los golpes
Que él mismo a otros propina,
Desea pétreos goznes
Para que la ventisca
No logre con azotes
Ni siquiera inmutarlo,
A pesar de que a otros
Les regala portazos.
Y quizá el tiempo sea inconstante
E impreciso,
A veces lentamente,
Otras veces conciso,
Uniendo esos dos puntos
Que son tan similares
En los que sólo cambia
El rol del personaje.
Se suceden y atropellan,
se abaten y derrumban,
son escombros, ya ceniza,
el pasado es su tumba.
Pasan prestos,
silenciosos,
nadie en ellos repara,
pero cuando una mirada
ávida de imagen fija
se dirige en busca de esos
que se fueron sin chistar
descubre que ya son humo,
esfumados de sus vidas.
Quejosos los añoramos,
ya sólo brindan la brisa
con aroma de recuerdo,
con resquicio de lamento
por haber desperdiciado
el ayer
que yace muerto.Con el mismo humor que el cielo,
Que amenaza con llorarme
Sobre mí todas las penas
Que divisa en lontananza.
Sus truenos son carcajadas
Que descarga como chanza
Para humedecer las sienes
De todos aquellos seres
Que la ira recalienta,
Que olvidaron que sus leyes
Prevalecen y sentencian
Sobre obstinados quehacer
De moradores de tierra.
Con el mismo humor,
Insisto,
Me reciben hoy las musas,
Me deniegan el saludo
Por mantenerlas reclusas,
Que no entienden de perdones
Ni de pródigos que vuelven,
Que no atienden a razones
Y tan sólo se revuelven
Si trato de acariciarlas,
De mirarlas fijamente.
Cada cigarro es un acto
De dolida penitencia
Que con nicotina aplaco
Los nervios y la impaciencia
Que me invaden cuando,
Pétreas,
Se niegan a susurrarme
las palabras con que tejo
Los versos y veleidades
Que conforman mi rutina
Y devaneos mentales.
Líneas imaginarias
trazadas sin destreza
separan torpemente
a gentes y tierras.
Por humana condición
sentimos devoción
por esas gilipolleces,
hatillo de sandeces:
pequeñeces con sazón de estupidez.
Degustamos, ignorantes,
un opio deleitante para los cortos de miras,
simplones desorientados
en busca de un buen becerro
sobre el que volcar sus vidas,
presumiendo de fe ciega,
fanatismo y verborrea,
despreciando a aquél que osa
declararse con franqueza
un apátrida, un sintierra,
amante del ostracismo
que no alaba banderas:
contemporáneo insumiso.
Mira bien, ¿no la ves?
Está ahí siempre contigo.
Compañera como nunca deseaste,
Compañera demasiado fiel.
Por que todos tus pasos siguen siendo
El camino por donde va a pasar.
Mírala, aquí está.
No deja de advertirme,
Que sin ella no existe el cielo,
Sin ella las estrellas y la luna se quedan sin reflejo.
Ella, hace tiempo me invadió,
Yo sólo quise jugar al desafío
Y ahora no me deja escapar de sus fríos brazos.
¿No sabes qué es?
Es aquella que no ves,
Y aquella que al no haber luz está contigo.
Cada noche me acompaña y respira conmigo,
Y no deja de susurrar
Todo lo que podría pasar.
Porque trae magia al momento,
Pero una vez solo,
Sólo te trae recuerdos.
Fiel oscuridad,
Que un día decidiste alojarte en mí,
Ya que no sé luchar contra ti,
La desesperanza, un vacío, inquietud,
La mente que te lleva,
Las palabras que no salen,
El corazón que ahí sigue,
Latiendo,
Y la música que ahora suena para mi inspiración.
La vida sigue,
Sí,
Y yo también,
Sí,
Mi esencia me anima a no desanimar,
A seguir un camino
Que no sabes adónde va a parar,
Ni cuando acabará.
Silencio, ¿existe?
Hoy no para mí,
Y la oscuridad que parece física
Se entremezcla y coge otro estado
En la profundidad de los sueños
De una noche
Que se presenta extraña.
Todo pasa, todo llega,
Y una gota de agua
Tan singular, tan única
Y su esencia es el todo,
Porque es todo lo que hay,
Lo que habita en el alma de los hombres.
Mirar hacia adentro,
Es como querer buscar entre algodones,
Despedazándolo con los dedos,
Tan frágil y resistente a la vez.
Querer sacarlo todo,
Por que hay mucho por dar,
Mucho por sentir,
Mucho por vivir,
Muchos errores que cometer.
Es como un largo paseo en medio de un gran bosque,
En la penumbra,
El único rastro que dejan las hojas desde esa altura
Y la luz, tenue y tímida,
Queriendo traspasar.
¿Qué hay de aquellas miradas que se perdieron con el ingenuo rayo de luz?
¿Se cegaron?
Se iluminaron,
Por que su corazón
Latía más fuerte, con más intensidad,
¿Es el desconcierto, es la inseguridad, o es un momento de felicidad?
¿De qué sirve sonreír si estás llorando por dentro?
Si cada palabra que escuchas te evade a tus recuerdos,
Si cada segundo que pasa crees que es una eternidad soñada
Y cuando vuelves sientes que en realidad no había nada,
Que todo está en tú cabeza, un sueño, una ilusión y muchas esperanzas.
Por que mi mente maquina
Esa sucesión de segundos y minutos
Para poder vivirlos o soñarlos,
Soñar que te conozco tanto por dentro como por fuera,
Soñar que estás en el preciso momento y en el lugar idóneo,
Soñar que esta eternidad
Es un baile entrelazados,
Soñar que una de mis lágrimas son rosas regaladas,
Soñar con la llama deseada.
Pero un sueño no es una vida
Y por eso mi corazón se queja,
Por que vive de momentos en los aires,
Que no son reales
Y luego
La vuelta hacia esta habitación
Ahora fría y vacía de ilusiones
Hace de esa felicidad inventada
Un puñal en lo más hondo de mi alma,
Y los días pasan
Y esa herida sigue igual
Por el momento irrecuperable,
Pero en mi cabeza sigue un sueño,
Una ilusión y muchas esperanzas,
Esperanzas de que ese ángel, un día mío,
Me cure esta herida irremediable.
Dime ángel,
¿Vendrás en mis sueños a bailar conmigo?
Ese desvío que me ha tocado seguir,
Es la incertidumbre que debo vivir,
Un desvío que sigo
Sin saber adónde iré a parar.
Un desvío que ansío,
A tu camino un día se atreva a llegar.
Vivir en un desvío,
Vivir sin saber de la vida,
Vivir esperando un camino
Que hace tiempo a las nubes fue a parar.
Que bonito sueño,
El dormir al lado del cielo,
Con caricias suaves y el atrevido viento.
Un camino que quería llegar lejos,
Un camino al que ansío llegar,
Un desvío que se quedó a medio camino
Los días pasan, la vida pasa y
Cada segundo es un sueño más que pasa,
Un sueño por que desearía mi realidad soñada
Que al igual que los sueños y la noche,
Mi realidad se desvanece
En lo que todos llaman vida.
La medida en la palabra
Lo que el verso a la métrica,
Y en los labios miel
Para que al brotar
De ella se impregne.
La sonoridad en la palabra
Lo que el color a un cuadro,
Y en el ingenio galantería
Para que al pronunciarla
Los oídos gocen.
El sentido en la palabra,
El sentido y el sentimiento,
Lo que a la vida la filosofía,
Lo humano,
Y en el corazón pureza,
Honestidad,
Para que al recibirla
Sean los ojos mar,
La sonrisa cuarto creciente.
Las bisagras oxidadas por el frío y la llovizna
quejosas son entornadas, empujadas por la brisa
de vientos resolutivos, que huracanados imponen
los juicios impositivos que mi mente ahora recorren.
Hastiada la paciencia, esclava de complacencia,
rebasados los límites, se emite sentencia.
Aquel que ha sido reo, ilusión fue su delito
recuerda el devaneo que lo tornó en convicto.
Cumplida la condena, encierro de emociones
abandono la trena, mi cárcel de ilusiones.
Arremeto a mordiscos por su quehacer arisco
contra mi humor hundido, ajado y malherido.
Temor a que el cerrojo que henchido por arrojo
he decidido echarle se torne infranqueable.
Hacer oídos sordos a los arrepentidos,
que no atiendo a cobardes ni a hijos del olvido.
Por lo que no fue: pena; por dos noches amenas
y tres semanas presa de una letal gangrena.
Por todo lo que he dado y el vacío heredado
doy por finalizado, sentido y humillado,
un proyecto frustrado, quizá por infundado.
Imagen: Carmen Karin Aldrey, "Puerta cerrada, Acrílico sobre lienzo"